Déjalo ser, a menos que te hunda.
Deja que permanezca. Deja que sea quien quiera ser. Puedes permitir que nazca, que muera, que respire, que sea. A menos, que cada aire que exhale te esté robando de tu propio oxígeno. A menos, que cada vez que hable te esté haciendo sentir cada vez menos importante. A menos, que cada vez que sea no te deje ser a ti. Déjalo ser, a no ser que eso te haga ser menos.
viernes, 10 de junio de 2011
Puntos suspensivos.
Todos tendemos a poner puntos suspensivos en cualquier parte. Cuando no tenemos nada más que decir, pero queremos dar a entender algo. No me gustan, sinceramente, los puntos suspensivos. No dicen nada y lo dicen todo al mismo tiempo, que hacen callar palabras que normalmente, no tenemos muchas ganas de decir. Pero aún así, ni siquiera dan a entender algo exacto, ni por lo menos una idea aproximada, no. Solemos poner puntos suspensivos para callar algo importante, a modo de respuesta, cuando queremos hacer que el receptor entienda que no sabes qué contestar, o que no te interesa que sepa tu contestación. ¿Cómo definirías los puntos suspensivos? Yo te lo diré; pronombres. Pronombres de palabras, pronombres de todo, pronombres de nada. ¿Qué puede haber tras unos puntos suspensivos? Todo. Nada. Cualquier cosa. Párate a contar cuántas veces te han contestado con unos tristes puntos suspensivos. ¿Alguna vez te quedó algo claro?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario